ROMERÍA DE VALME

La Virgen en su carreta hacia la Ermita de Cuarto en Bellavista

ROMERÍA DE VALME

Cortejo de carretas acompañando a la Protectora de Dos Hermanas

ROMERÍA DE VALME

Estampa de la Romería de Valme de 1959

ROMERÍA DE VALME

Francisco Jiménez ultima con nardos la Carreta de la Virgen

ROMERÍA DE VALME

Francisco J. Sánchez exornando su carreta

sábado, 3 de noviembre de 2012

Agenda cultural de Sevilla en tu móvil

Después de una temporadita larga de vacaciones en el blog. Retomo con fuerzas las ganas de impulsar este blog, creado con el fin de dar un repaso a la historia y la cultura de Sevilla y su provincia. 

Hoy me complace comunicaros que acaba de salir una nueva aplicación para móviles (con sistemas operativos iOS y Android) desde donde podréis consultar la agenda cultural de los espacios ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes de Sevilla), es decir, desde vuestro teléfono tendréis acceso a las distintas actividades del Teatro Lope de Vega, Teatro Alameda, Espacio Santa Clara, Centro de las Artes de Sevilla, Casino de la Exposición, Archivo y Hemeroteca, Antiquarium y de la Red Municipal de Bibliotecas. La misma ofrece al usuario la posibilidad de votar estos espacios como favoritos dentro de un módulo dinámico e intuitivo. Además, esta "App Agenda ICAS", y gracias a la geolocalización, permite marcar itinerarios claros en la pantalla de nuestro móvil para saber cómo llegar a esos espacios fácilmente.

Una tecnología novedosa con acento andaluz ya que la agencia sevillana Innn ha sido la encargada de desarrollar esta aplicación dentro de la filosofía de la empresa: mostrar una nueva cultura publicitaria. Una aplicación, por tanto, fiable, ágil y sencilla si os gusta la cultura y, sobre todo, la de Sevilla. Ya puedes descargártela desde Play Store de Google para dispositivos Android y desde App Store de Apple para usuarios de iOS (iPhone y iPad). Más información en icas-sevilla.org

domingo, 22 de enero de 2012

Cela y un escaparate de Dos Hermanas


En el décimo aniversario de la muerte del escritor gallego, Camilo José Cela, he querido rescatar unas líneas de la novelita Cáfe de artistas y otros cuentos que tengo en mi biblioteca, hoy descatalogado. En la narración "Muestras comerciales", Cela recoge algunos mensajes curiosos de carteles publicitarios de España allá por los años 50, entre los elegidos, uno de Dos Hermanas. Parece que al nobel le llamó la atención lo que anunciaba este negocio:


El mejor ejemplo que el zoquetero pudo encontrar fue a hallarlo en Dos Hermanas, provincia de Sevilla, en la puerta de una tienda florecida como la albahaca que practicaba el viejo y delicado comercio del papel rizado. El rótulo, en fina caligrafía inglesa, aseguraba casi en volandas: "Banderillas de lujo. Coronas mortuorias. Alas para ángeles". El letrero de Dos Hermanas era casi un letrero del paraíso


CELA, CAMILO JOSÉ: Café de artistas y otros cuentos, Zaragoza, Biblioteca Básica Salvat, 1969, págs. 120-122

jueves, 12 de enero de 2012

Cuentos para otra Navidad (y IV)


Ilusión en el Convento Sta. María de Jesús
Y para concluir este ciclo de estampas navideñas, retomaré la más reciente. Fue el domingo día 8. Por invitación de mi amigo Miguel Ángel López, y de su familia, me agregué gustosamente a un grupo de amigos dedicado a llevarles regalos a la congregación de Hermanas Clarisas del Convento Santa María de Jesús de Sevilla, en la calle Águilas. Fútiles objetos capaces de colmar sus deseos escritos en una inocente e infantil carta a los Reyes Magos: una bufanda para la Hermana tal, unas zapatillas para otra, un libro y un rosario, etc. La muestra de cariño de la familia López es entrañable. Desde hace unos seis años dedican parte de su tiempo y dinero, por qué no decirlo, a acercar pequeños obsequios a las hermanas enclaustradas. La vida del retiro espiritual, lejos del llamado “mundanal ruido”. Como de costumbre en estos días, me atavié de nuevo de paje real para ayudar a sus Majestades de Oriente a repartir los regalos y lanzar puñados de caramelos, risas y felicitaciones. Hubo entre los reunidos, personas que, no siendo creyentes, o de otras religiones, se contagiaron de la complicidad y la espiritualidad de las monjitas. Tras la visita hubo agradecimientos celestiales. Presencié, queridos amigos, la mirada religiosa de la humildad, ser bienaventurados en lo poco.
Un servidor vestido de paje real
Como entenderéis, después de estas vivencias, he valorado cuáles han de ser nuestras metas, nuestras posibilidades, nuestras actitudes como ser modestos, valientes, optimistas y solidarios, estimando el fundamento verdadero de la vida: ser feliz haciendo también feliz al prójimo. Parece una máxima manida pero necesaria, pienso, si el hombre de hoy, del presente 2012, quiere sobrevivir a los envites del toro salvaje del infortunio. Así que ojalá que siempre sea Navidad.

Cuentos para otra Navidad (III)

Pasaron los días y, el 4 de enero, por sugerencia del sacerdote don Raúl, me uní a una de sus causas de evangelización: el Centro Penitenciario Sevilla II, en Morón de la Frontera. La razón de la visita era el repartir unos simples presentes a los presos con motivo de la cercana festividad de la Epifanía, de los Reyes Magos. Desde ese momento valoré la desconocida labor de la Iglesia Católica. Ese día formé parte de la Pastoral Penitenciaria, vistiéndome de paje junto a otros que también se ataviaron de Reyes Magos. Entre sus Majestades, don Félix Lerma Gallego, hermano mayor de la Hermandad de la Trinidad de Sevilla, como Baltasar. Fue una mañana fría. Para amenizar dicho acto acudió la Banda de Cornetas y Tambores Cristo de la Esperanza de la barriada nazarena de Montequinto. Por motivos de seguridad, se decidió que todos los presos debían acudir al auditorio donde se dispuso una mesa a la que se acercarían de uno en uno para recoger sus presentes. Hubo unas medidas especiales y férreas de organización para que todos los presos, excepto los del módulo de aislamiento, se acercaran hasta allí. Fue una experiencia indescriptible. Tenía el alma totalmente compungida. A la alargada mesa se acercaron traficantes, falsificadores, ladrones, estafadores, conductores temerarios, indigentes, secuestradores, etc. Obviamente, desconocía sus nombres y el delito que les condujo a estar encarcelados. No se me olvidará jamás la mirada de muchos de ellos. Mi tarea, como la de mis compañeros, fue acercarles una bolsa con un boli, un cuaderno y una pequeña radio de bolsillo, tras ello les estrechaba la mano con un simple: “Feliz Año, caballero”. Inmediatamente después de enunciarlas, comprobaba fácilmente su sentimiento y, tal vez, su culpa de cárcel, sobre todo, cuando a muchos nunca en su vida se habían dirigido en esos términos. Muchos se emocionaban con la voz rota dando las gracias, intentando buscar con sus ojos la compasión ajena, la indulgencia a un error que pagó caro en su momento. Otros, eran recelosos, tímidos, incapaces de devolver la mirada, quizá, fastidiados por su injusta condena o, mejor, por vergüenza. En cambio, unos cuantos se mostraban orgullosos, divisaban con altivez el panorama con burla y, a veces, con desagrado. Pero si tengo viva una imagen fue la de un preso que delante de la banda de música, se echó a llorar porque uno de los componentes, un chico de unos diez años, me dijo, le recordaba a su hijo al que hacía unos tres años que no veía. Sentí el frío. Aquel día no pude abrigar mi soledad. De regreso en el coche del padre Raúl, hubo tiempo para el silencio, la meditación y la conmoción. Recuerdo que el sol traspasaba los cristales. El cielo era azul.
Al día siguiente, el 5, salimos de beduinos varios amigos y familiares en la Cabalgata. La sorpresa se dibujaba en las caras de los más pequeños, y de los más mayores, cuando les entregaba algunos caramelos, golosinas y pequeños juguetes. Ese día experimenté la ternura de las miradas vivas. Comprobé cómo por un día, por unas horas, la gente se olvidaba de sus miserias y problemas, más en los tiempos en los que se nos atiza con un puntapié, para reconfortarse en los gestos amables de la ilusión. Repetiré el año próximo (D.M.).

Cuentos para otra Navidad (II)

El segundo episodio lo protagoniza una ancianita de 96 años. Días previos a la Navidad, la madre de mi amiga Loli Farfán enfermó gravemente. Su delicada salud pendía de un hilo tan delgado como un sueño. Por clemencia divina, la abuelita recuperó las fuerzas y como aguerrida atleta agarró fuertemente el testigo de la vida. El milagro navideño vino cuando decidí visitarla el 29 de diciembre. Antes de la decisión, creí que por los achaques de la edad y las dolencias su estado sería frágil. Nada más lejos de la realidad. Al llegar, Loli estaba en otras labores. No pudo atenderme en un principio. Se me invitó a pasar a la salita de estar. Antes de entrar una voz cargada de años me sorprendió con un “Buenas tardes”. Fue rotundo. No tuve palabras ni siquiera de asombro. La ancianita desde su sillón me ofreció asiento. Me senté contemplando cómo sus ojos se asomaban al abismo del tiempo. La generación de la memoria desmemoriada. Mucho vivido y, parece que, mucho por vivir. Sentí el consuelo de la perduración. De repente, Loli me despertó del letargo con su sonrisa. Me contó la pronta mejoría de su madre. Reía con la complacencia de poder brindar al nuevo año junto a su madre. Sus ojos reían radiantes.

Cuentos para otra Navidad (I)

Después de las fiestas navideñas llega la famosa cuesta de enero. Ya dejamos atrás otro año en el almanaque de nuestra vida. Otra Navidad en el recuerdo de nuestros días, que algunos envuelven con ilusión para intentar en la medida de lo posible comenzar con entusiasmo el nuevo año. Para otros, una cita ineludible con la cesta de la compra, es decir, impuesta por meros intereses comerciales. Para otros, en cambio, se aleja cualquier atisbo de bullicio ya que se ensombrecen estas fechas en las penumbras del dolor y la triste nostalgia cuando se tiene presente al que está ausente bien por la distancia física bien espiritual. A veces, incluso, otros dicen sentir todas estas impresiones, dejándoles un vacío que llena su ser, convirtiéndoles en verdaderos autómatas de costumbres y opiniones y, verdaderamente, ¿no somos así? ¿Tal vez, el ser humano no se afana por vivir en la paradoja constante? De todas formas, confieso haber vivido en esa tesitura hasta ahora. Digo hasta “ahora” porque he tenido tiempo para la reflexión, y la posible conversión, tras vivir en primera persona los mejores capítulos que Charles Dickens hubiera soñado para su memorable Mr. Scrooge.
El primer episodio se escribió el pasado 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, en un semáforo a pocos metros de casa. Allí conocí la historia de Conrad, nigeriano de 32 años. Mi novia y yo decidimos tener el detalle de acercarle algo de comida a una persona con la que nos cruzamos casi diariamente. Nunca concebimos el gesto como tomadura de pelo, con motivo de las bromas que se hacen en dicho día. Más bien lo entendimos como obra de caridad. Tan pronto como abrió la bolsa que contenía algunos alimentos, más rápidamente nos devolvió una mirada cálida llena de gratitud y humildad. La sorpresa, quizá, le hizo cohibirse de estrecharnos la mano en señal de agradecimiento. Se conformó tan sólo con mostrar en su rostro la alegría y enjugar en sus ojos la emoción más profunda, que consiguió clavar en mi corazón.

martes, 6 de diciembre de 2011

Calles nazarenas con nombre propio (y 3): Origen de Dos Hermanas




El callejero de Dos Hermanas también reserva un espacio para aquellos protagonistas de tiempos de la Reconquista, personajes que aparecieron en un halo misterioso entre lo histórico y lo legendario. En nuestro caso, queremos rescatar la figura de Gonzalo Nazareno quien figura en el callejero desde 1931. Su noble apellido, como habrás reconocido, explica el gentilicio del municipio sevillano. Según la tradición, fue el fundador de Dos Hermanas. Tras el Repartimiento del antiguo reino de Sevilla por el Rey San Fernando, allá por el siglo XIII, Gonzalo Nazareno fue adalid de su ejército y encargado de proteger las tierras donde hoy se asienta la ciudad. Sus dos hermanas, y las nuestras por qué no, Elvira y Estefanía, oriundas de la villa vallisolitana Villavicencio de los Caballeros, vendrían aquí descubriendo la imagen de Santa Ana oculta en un cueva donde se erigió posteriormente la Iglesia Conventual de la Santa Patrona de Dos Hermanas. Gonzalo, Elvira y Estefanía, origen y orgullo de nuestra ciudad.